martes, 28 de octubre de 2008

TEATRO: LIPSYNCH de Robert Lepage.

El Domingo pasado (26 de octubre 2008) estuve en el Teatro de Madrid para ver las tres partes de esta obra de Robert Lepage.
Maratón de función. Primero, una confesión: no pude aguantar las ocho horas y media de función de un tirón y me fui faltando dos horas, es decir dejando la tercera parte para el domingo que viene. La mente no daba para más (el cuerpo tampoco).
Mejor verlo por partes. Antes de hablar de la experiencia teatral o de las bondades del montaje, simplemente decir que Lepage tiene un concepto del montaje escénico muy personal y original. Pero tantas horas seguidas hacen que la frescura del planteamiento, la originalidad del montaje, y la fluidez de la escenificación se tornen a veces en algo repetitivo visualmente, incluso previsible y a veces hasta un poco forzado. Dicho esto, Lepage tiene un sello absolutamente personal, y sus planteamientos son de teatro "puro", lo que se agradece.
Es un texto con tésis. Esta obra es ante todo un texto controlado, aquilatado, donde cada escena combina una reflexión metafísica sobre la naturaleza de las personas, su interacción, la vida y la muerte (todo eso, sí). Y a la vez, es una indagación metronómica sobre las rutinas, las soledades, las pequeñas cosas con importancia. Y es una tésis sobre la voz: sus significados, sus manifestaciones, su presencia (y ausencia).
Es un malabarismo escénico. Ante nuestros ojos el espacio escénico se acota, se divide, se amplía, se cierra, se aisla, se fragmenta, se abre, y así muchas veces, jugando con elementos definidos, modulares, multifuncionales. Nunca tan "poco" atrezzo había dando tanto de sí. Lepage hace verdaderos juegos malabares con la escena. Pero nunca para epatar, sino siempre en complicidad con el espectador y reforzando el texto, de manera depurada y acompasada.
Sobre el aspecto multilingue: en esta obra los actores se desenvuelven en varios idiomas (francés, alemán, español). A veces estos saltos encajan perfectamente en el guión. Otras veces parece un recurso forzado que nos detrae de la esencia del texto. Su mayor acierto de utilización: la cena en el restaurante donde el director novel intenta reunir a los actores para explicar su película. Aquí prima la ausencia de comunicación, y cuando los personajes mezclan sus diferentes idiomas ello refuerza la impresión de egoismo, de egocentrismo, de incomunicación, de vacío, de malentendido... son monólogos que ni siquiera se enfrentan: simplemente se ignoran.
Una obra multimedia: como es habitual en Lepage, aquí se mezclan teatro, música, canción, vídeo, ilustración gráfica, radio, televisión, sonido, luz. Un teatro total que utiliza todos los medios de expresión y nunca de forma gratuita. Cada zona del espacio sonoro y visual de la escena tiene una finalidad y es parte del metódico engranaje de esta obra.
¿Una obra mecánica? Todo está controlado: por un lado, las vidas de los personajes, cuyos destinos se van entremezclando, siguiendo unas líneas que confluyen inexorablemente, y cuyo trazo vamos descubriendo, intuyendo, adivinando, anticipando. Por otro lado, los significados de la voz para cada personaje, convirtiéndose cada uno en su manifestación, en su víctima, en su redentor. Toda la obra es una contante puesta en escena. Es una permanente escenificación de la voz (las voces).
El planteamiento: simplemente genial. Robert Lepage es un maestro para urdir varias historias, profundamente humanas y absolutamente universales a la vez. Logra mantener nuestra atención, nuestra implicación, tanto emocional como intelectual, e ilustra con estas historias diferentes variaciones sobre la voz, su significado, sus medios de expresión, sus soportes de difusión, su forma de ocupar espacios interiores y exteriores, su uso y también su abuso, su importancia y su inutilidad. Todo ello es un verdadero "tour de force" que nos conmueve y que nos estimula. Es teatro de altos vuelos al alcance de todos. Es... simplemente genial.
Links:
www.robertlepage.com
www.tsf.org.uk

1 comentario:

  1. Cuanto "faranduleo": hay que ver la cantidad de actores famosos y famosillos que estuvieron en la función (he leido que en otras también). La mayoría decían que iban a aprender, que ver a Lepage era como un curso de teatro. Pues mira que bien, nueve horas de espectáculo a 17 euros la función, menos de 2 euros la hora de clase. ¡Un chollo, vamos! Es que estos del teatro se lo montan bien.

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